Gabino Amaya Guerrero disfrutó de una vida rica y alegre compartida entre su pueblo natal y la capital española. Durante algunos años se dedicó a enseñar arte a las nuevas generaciones, pintó algunos murales, elaboró cientos de bustos como peticiones especiales de amigos, familiares y personas importantes del momento. Fue galardonado en repetidas ocasiones por la Comunidad Artística de Bajadoz, e invitado como crítico en exposiciones de escultura figurativa, que desde siempre, fue su mejor área. Fundó el Taller de Nuevos Escultores en Madrid el cual fue sede de numerosas exposiciones de pintura y escultura, lugar visitado tanto por estudiantes como por los más galardonados escultores profesionales que compartían una singular amistad con él.
Gabino Amaya Guerrero disfrutó de una vida rica y alegre compartida entre su pueblo natal y la capital española. Durante algunos años se dedicó a enseñar arte a las nuevas generaciones, pintó algunos murales, elaboró cientos de bustos como peticiones especiales de amigos, familiares y personas importantes del momento. Fue galardonado en repetidas ocasiones por la Comunidad Artística de Bajadoz, e invitado como crítico en exposiciones de escultura figurativa, que desde siempre, fue su mejor área. Fundó el Taller de Nuevos Escultores en Madrid el cual fue sede de numerosas exposiciones de pintura y escultura, lugar visitado tanto por estudiantes como por los más galardonados escultores profesionales que compartían una singular amistad con él.
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